La tensión entre Donald Trump y Elon Musk alcanzó un nuevo punto crítico esta semana, tras declaraciones del presidente de EE.UU. que incluyeron la posibilidad de deportar al empresario sudafricano y revisar los subsidios estatales otorgados a sus compañías.
“DOGE es el monstruo que podría volver y comerse a Elon”, lanzó Trump en tono desafiante, aludiendo al Departamento de Eficiencia Gubernamental, una agencia creada en su primera gestión y que brevemente dirigió el propio Musk. Trump sugirió que este organismo investigará los fondos públicos asignados a Tesla, SpaceX y otras firmas del magnate. “Ahorraríamos una fortuna”, remató.
En paralelo, el mandatario escribió en su red Truth Social que su administración “valorará deportar a Musk”, lo que encendió alarmas en el entorno empresarial y político. “Sin subsidios, Musk tendría que bajar la persiana y volver a Sudáfrica”, afirmó.
El enfrentamiento se desató a comienzos de junio, cuando Musk calificó como una “abominación repugnante” a la nueva ley de recortes fiscales y gastos impulsada por Trump. La aprobación de esa norma este martes —gracias al voto del vicepresidente JD Vance— profundizó el conflicto.
Como respuesta, Musk amenazó con fundar un nuevo espacio político, el America Party, y dijo que la aprobación fue un “suicidio político” para el Partido Republicano. Aunque fue uno de los mayores donantes de la campaña de Trump en 2020, el CEO de Tesla ya había anunciado en mayo que reduciría su participación política.
