El 4 de agosto se celebra en Argentina el Día del Panadero, en recuerdo de la primera huelga organizada por el gremio en 1888. Ese año, los panaderos, en su mayoría inmigrantes italianos y españoles, comenzaron a reclamar mejores condiciones laborales frente a largas jornadas y bajos salarios.
Aunque la huelga fue reprimida, marcó el inicio de la organización sindical en el sector y sirvió de inspiración para otros trabajadores. Además, los panaderos usaron su oficio para expresar su protesta creando facturas con nombres irónicos que criticaban al poder, como “Vigilantes” y “Cañoncitos”, en alusión a policías y militares; “Bolas de fraile” y “Suspiros de monja”, que ridiculizaban al clero; y “Sacramentos”, una burla a los rituales eclesiásticos.
Hoy, esta fecha honra tanto el oficio de panadero como la historia de lucha que dio origen al movimiento gremial en Argentina.







