El serbio Novak Djokovic, séptimo preclasificado, venció en cuatro sets a Carlos Alcaraz en los cuartos de final del Abierto de Australia y se instaló entre los cuatro mejores del primer Grand Slam de la temporada. Nole, de 37 años. derrotó a su rival de 21 años por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 en 3h37m, en un estadio Rod Laver que lució repleto y que vibró ante el último exponente del Big Three y uno de los mejores de la nueva generación.

En la próxima instancia, el serbio jugará con el alemán Alexander Zverev, vencedor del estadounidense Tommy Paul, también en cuatro sets. Fue el primer encuentro de Grand Slam en superficie dura entre el serbio y el español, y la primera vez que se enfrentaron en un torneo grande en una instancia anterior a las semifinales.
El serbio comenzó el encuentro con una marcha menos. Prueba de eso fue el primer set, perdido a manos del joven español luego de evidenciar problemas físicos. Tras perder el noveno game -y cederle en bandeja el parcial a su rival, que definiría con su servicio-, Djokovic pidió médico y se fue al vestuario para que lo atendieran. Táctica, estrategia o… verdadera dolencia, lo cierto es que enfriar el partido no le sirvió. Alcaraz se quedó con la primera manga.
Sin embargo, en el segundo set Djokovic ya pareció otro. Refrescado mentalmente, empezó a calibrar la mira y a acertar tiros ganadores. La cancha ya no estaba inclinada y su rival no ganaba tantos puntos fáciles. En su cabeza, el serbio siempre supo que en peloteos largos su rival apelaría a la energía y a su juventud para moverlo por toda la cancha. Le convenían intercambios cortos, definiciones prematuras y apuestas por los winners. Nada de jugar desde la base. El partido ganó en intensidad y regaló varios puntos memorables. Si no fueran de generaciones diferentes, los Djokovic-Alcaraz se encaminarían a ser partidos clásicos, finales por torneos grandes; enfrentamientos que nunca defraudan a los espectadores.