Tarifazo suspendido

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El ministro de Energía, Juan José Aranguren, y el gobierno todo de Mauricio Macri, chocó contra la misma piedra que golpearon todos los gobiernos cada vez que se quiso ajustar las tarifas del gas desde su congelamiento a la salida de la convertibilidad: una suspensión judicial (de cámara federal, por ende, aplicable a todo el país) que frena los aumentos dispuestos.

La Justicia actúa como actuó siempre en distintos contextos pero ante semejantes circunstancias. Juzgó admisibles los recursos presentados porque no se cumplió (como antes tampoco se hizo) con el mecanismo de audiencia pública, pensado cuando se privatizó Gas del Estado, para que los usuarios pudieran hacerse oír ante modificaciones en las condiciones del servicio.

El freno al tarifazo dispuesto por el gobierno de Macri llegó justo antes de la feria judicial y en paralelo a la distribución, en muchos distritos, de las facturas incluyendo los nuevos precios en el gas. No es una buena noticia (aunque era previsible) para el gobierno, y mucho menos, para las empresas distribuidoras. Tampoco es una buena noticia para los productores de gas, tanto empresarios como provincias; porque no será viable un esquema de precios altos si los consumidores no pagan su parte.

Así, en realidad, no hay motivo para que alguien festeje. El país necesita producir gas; el Estado necesita bajar costos de subsidios; la gente necesita los servicios pero no soporta un tarifazo brusco. Esta ecuación no ha podido ser resuelta, tampoco en esta instancia. Aunque el freno judicial sea solo circunstancial, es necesario decir que no hay tiempo para seguir empujando el problema hacia el futuro.

El gobierno de Macri tendrá que buscar alguna solución que conforme a las mayorías, además de a un sector de su representación (gobiernos provinciales, como el neuquino), a las empresas, y a sí mismo. Esa solución debería pasar por no exigir más esfuerzos a una ciudadanía agotada en su capacidad de respuesta ante mayores costos; instrumentar un camino con más gradualidad, pero también con mayor firmeza legal, para no dejar resquicios que impidan su concreción.

El tiempo juega en contra. El tarifazo era cruel. Su suspensión total no remedia nada, pues otro tipo de crueldad (la del desabastecimiento, la carencia) está a la vuelta de la esquina.

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